Sinopsis
«Haciendo vida propia el lema de la orden
dominicana, contemplar y dar lo contemplado,
cada día a las ocho de la mañana, se envía
desde el Monasterio un mensaje recordando al
mundo que Cristo está vivo y te ama. En este
clima de oración, junto al Sagrario, Cristo es
contemplado y Cristo es irradiado al mundo
desde el Monasterio.
Confluye así lo eterno y lo temporal, el cielo y la
tierra, lo humano y lo divino. No se contradice,
sino que se complementa. La Palabra y el
silencio están unidas y no se oponen».