Sinopsis
El esfuerzo fiscal soportado por los contribuyentes españoles es alto comparado con la media europea. La elevada presión fiscal medida como brecha entre los ingresos personales y la renta disponible puede empezar a cuestionar la competitividad del país y el mantenimiento del nivel de empleo. Solo el descenso del gasto público, combinado con su reasignación hacia el impulso de la actividad económica y la mejora de la eficiencia, ayudará al crecimiento de la renta y a la sostenibilidad del equilibrio que nos permite estar en la UEM. Una reducción en la carga fiscal supondría incentivos claros a la inversión y al crecimiento cuando se perciba tanto en los indicadores económicos como en los pagos individuales. El ejemplo de países con un nivel de desarrollo equiparable al español y que han optado por reducir el déficit del sector público, priorizar la financiación de infraestructuras, así como atraer la inversión extranjera, es ilustrativo de la mayor eficiencia de esta opción.