Texto original de la revista PUBLISHERS WEEKLY – No3 OCTUBRE 2020
Los libros permiten viajar al lector, pero ellos también lo hacen. La distribuidora Cauce Libros lo facilita y se ha convertido en menos de diez años en un puente seguro entre el sector editorial español y el mercado Latinoamericano. Mas de cuarenta editoriales españolas han confiado en esta empresa que desde que nació en 2011 ha ido creciendo en volumen de libros y facturación.
CAUCE LIBROS fue creado por Alfonso Asenjo y Myriam Shabtay. Él trabajaba en el sector desde 1989, cuando comenzó a exportar dentro del grupo Anaya y de ahí pasó a una empresa de Gredos que operaba con otras editoriales. Ella estuvo en Proeme, una distribuidora de libros españoles en Argentina. Este amplio bagaje se reunió en Cauce, con sede en Madrid, y que comenzó de forma casi artesanal, cubriendo ellos dos todas las labores del negocio. En 2012 la fortuna les sonrió en forma de premio Nobel de Literatura. Ese año recayó en el autor chino Mo Yan, cuyos libros eran de editoriales a las que representaba Cauce en el mercado americano. “Nos dio un empuje enorme, de facturación y clientes”, indica Alfonso Asenjo.
A partir de ahí la evolución ha sido rápida. Actualmente, Cauce mueve entre 35.000 y 40.000 títulos y el año pasado el volumen de ejemplares vendidos llegó a los 257.000, con un crecimiento sostenido en los últimos años. La pandemia ha hecho que en 2020 estos números se estén reduciendo y por ahora las ventas están en el sesenta por ciento del año pasado. Estas cifras se producen en un noventa por ciento en Latinoamérica y en Estados Unidos, aunque también cuenta con una parte de sus ventas en Europa, Asia y Oceanía.
Los datos positivos les han permitido también obtener el reconocimiento empresarial. El año pasado, la distribuidora obtuvo La medalla de oro europea al Mérito del Trabajo, que concede la Asociación Europea de Economía y Competitividad, y el premio Excelentes 2019, del Instituto para la Excelencia Profesional.
Los responsables de Cauce creen que sus buenas cifras se deben al trabajo de promoción que realizan en Latinoamérica. “Ahí está nuestra fuerza. Viajamos allí cuatro o cinco veces al año promocionando a nuestros clientes”, dice Asenjo. “Trabajamos todo el canal del libro, invirtiendo en la promoción directa en librerías, universidades, bibliotecas o distribuidores”, agrega Myriam Shabtay. Cauce tiene un cuidado catálogo de editoriales. Intentan que no se pisen, que cada una de ellas tenga un rasgo distintivo que la diferencie del resto. “Aunque desde que nacimos fuimos creciendo según la demanda del mercado, lo que nos llevo a ampliar y a agregar las editoriales con las que trabajábamos”.
Junto al contacto directo con el sector, Cauce también coordina la presentación de los libros de sus representados en las librerías, una labor que se retomará una vez que se normalice a situación de la pandemia. Además, Cauce ha renovado su página web dirigida al sector profesional del libro para mejorar el servicio a sus clientes.
Desde esta experiencia acumulada por Cauce a lo largo de casi una década de actividad, Alfonso Asenjo asegura que el mercado latinoamericano tira ahora en gran medida hacia el best seller. “Se va hacia el valor seguro”. Es una tendencia en todo el mundo, pero en este caso se acentúa porque “los libros que van allí desde España no vuelven”, de modo que hay que hilar fino a la hora de decidir qué se importa. “Ahora es complicado que las librerías tengan, como pasaba antes, muchos libros de un solo tema”. Ya no hay, por tanto, muchos títulos, sino muchos ejemplares de unos pocos títulos.
Myriam Shabtay añade que ahora se dan fenómenos como la impresión bajo demanda que permite que “ya no existan los libros agotados, se puede pedir lo que se necesite y ya no es necesario que haya un stock”. Podrían evitarse así problemas generados en el comercio exterior como el cambio de moneda, que en Latinoamérica supone una gran inestabilidad, o los costes elevados.
En cuanto a las nuevas tecnologías, ambos son conscientes de que audiolibros o ebooks están ganando presencia, pero creen que el libro seguirá siendo un objeto apreciado, “El papel tira”, dice Myriam. “El libro en papel sigue siendo un valor seguro, se nos han quitado los miedos que había hace años cuando se decía que el papel iba a desaparecer”, apunta Alfonso.
Los géneros de ficción siguen funcionando bien. Mientras sagas juveniles, fantasía, novela romántica o histórica mantiene su buena aceptación entre los lectores, sí está decayendo el título universitario, que tiende a la digitalización y eso se nota en librerías.
El comercio exterior del libro español sigue pendiente de la evolución de un mercado como el latinoamericano, que es el más importante para él, muy afectado por la pandemia. Pero también hay otros problemas, más burocráticos, como las trabas de Argentina por determinadas características de la tinta usada en los libros. “Bueno, Argentina se volvió bastante proteccionista en su mercado interno”, dice Shabtay. “No entienden la importancia de que Argentina siga importando libros porque tiene un público lector muy importante. Dejando estas cuestiones aparte, las tintas están homologadas”. “Obviamente estas cosas afectan —añade Alfonso Asenjo—. Son más trámites, es más tedioso y burocrático, pero todo eso que nutre desde fuera no se puede conseguir desde dentro y el mercado argentino no puede perder toda esa oferta”.
Para más información suscríbete:
SOLICITAR INFORMACIÓN